viernes, 16 de diciembre de 2016

Victor Ubeda. El luthier tímido.


Cada vez más ocupado y cuando paras a saludarle te recibe con un arqueo de cejas y alguna palabra no necesariamente afectiva, que inequívocamente sabes que es de complicidad.

Regenta una tienda taller, donde cada loco con el tema que llegue, en éste caso las bicis, tiene cabida.

Cada vez más rodeado de gente y él siempre a lo suyo, sin hacer ruido, sin comprometer y sin dar a entender a nadie que moleste (a menos que joda realmente la marrana), sigue a lo suyo. De oficio mecánico y vendedor de profesión, ahí anda, luchando por su proyecto y entrenando cuando puede.

Poco podía imaginar Victor Ubeda (Los Molinos de Mataró 1976) barrio obrero de Mataró, cimentado en Baby Boom de los 60 , que aquella BMX, convertida en una suerte de Mountain Bike de Cross Country, sería la primera piedra de su oficio futuro.

Una vez quedó atrás aquella pesada BMX, cogió la Rabassa Derbí de colores acid que daba la caja de ahorros de turno y Shimano SIS en ristre, se lanzó a competir, siendo un chaval, en carreras locales por la Serra de Marina maresmenca y alrededores.

Le cuesta reconocer su talento en aquella época con los pedales, y con algún atisbo de incomodidad, me explica que lo incorporan al centro de tecnificación ciclista que a principios de los 90 estaba en el mítico velódromo de Mataró. Allí, siendo mountain biker, dice sentirse una especie de ave rara. Su hábitat era el monte, las subidas que cortan la respiración, las trialeras, la rueda gorda de tacos y la acrobacia discreta en el salto (no sé porqué pero no le veo haciendo las voladas de John Tomac).

Pasaba pues del bosque y el corriol al oval corto de Mataró. A dar vueltas y más vueltas.

De a poco y en silencio, el espartano velódromo y aquellos entrenamientos para pisteros fueron cuajando en el haber de Victor. Hasta que surge la opción de competir en asfalto. Sin mucha fe, los resultados no tardaron en llegar y no de manera discreta precisamente.

Pasar a dar pedales en el asfalto la da la proyección que quizás andaba buscando, pero en el asfalto y la ruta. Y una futura emigración a Euskal Herria una posible puerta a un futuro profesionalismo.

Estudios y un viaje profesional a Gran Bretaña marcaran el devenir de Víctor. Un futuro, presente a día de hoy, ligado a su pasión, la bicicleta.

Ya de vuelta a Mataró y no sin la ayuda de su familia nace OnVeló. Su proyecto.

Una tienda de ciclismo, donde hoy caben como cliente, el ciclista recreativo, el que compite o el de grupeta, cerveza y vacile post entreno.

Para el futuro más inmediato muchos proyectos anunciados y por venir.

De momento, viajes a alguna de las clásicas de primavera de Bélgica. Salidas de fin de semana. Salidas en formato XXL de fin de semana y de ida y vuelta a la felicidad.

Grupeta de mountain bikers, breveteros, lobos solitarios, esposas o ciclistas de mucho compadreo que empiezan a cerrar el círculo que Víctor parece que soñó hace algún tiempo...

Víctor, sigue entrenando y competiendo actualmente y su mejor proyecto (su mujer y sus hijas Martina y Claudia), su tienda y las ganas se lo permiten. Ahora solo en Mountain Bike y haciendo, todavía buenos resultados.

Os dejo link del vídeo producido por la cooperativa audiovisual La Claraboya (www.claraboia.coop) que con mucho gusto y transpirando ciclismo en cada frame registraron el viaje de la grupeta OnVeló a Andorra la pasada primavera. El compañero de grupeta Kiko Montoro, en plena lesión grabó y editó esta maravilla de increïble fotografía y una delicadísima elección musical. No dejeis de verlo.